Vuelve el Cirque du Soleil
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Tiene su gracia. Lo que hoy es el ‘Cirque du Soleil’ fue bautizado hace 30 años como ‘El club de los tacones altos’. En aquel entonces, su plantilla apenas pasaba de las 70 personas, pero hoy en día dan trabajo a 5.000. Temporada tras temporada, espectáculo tras espectáculo, siempre visitan Bilbao. Algo tendrá la villa que les maravilla. Y a nosotros nos encanta esa combinación de acrobacias, músculos embutidos y maquillaje de película. ¡Demos la bienvenida a Kooza, el nuevo show del Cirque Du Soleil!
El ‘Cirque du Soleil’ es como una gran marca de yogures. Muchos intentan imitarlo, pero nadie logra acercarse a su nivel. Nadie ha conseguido aún presentar una docena de números circenses rodeados de tanta magia y belleza. En Bilbao somos unos privilegiados, porque la gran carpa blanca siempre hace un parón en la Explanada de Zorrozaurre para hacernos cómplices de su arte. Tres son los objetivos del ‘Cirque du Soleil’: «Invocar la imaginación, provocar los sentidos y despertar las emociones de las personas». Hasta ahora, con sus propuestas anteriores, lo han conseguido, y parece que con Kooza nos ocurrirá más de lo mismo. Además de los números, los puntos fuertes son el vestuario, la música y la escenografía, inspirada esta vez en la cultura hindú, en los autobuses de Pakistán y en las joyas de la India. Sí, es cierto, los esculpidos cuerpos de los acróbatas nos dan otra razón de peso para acercarnos a sus taquillas…
Kooza (en sánscrito ‘caja’), nos cuenta la historia del Inocente, un solitario melancólico que busca su lugar en el mundo. «Habla de la conexión humana y el mundo de la dualidad, sobre lo que es bueno y lo que es malo», nos cuenta el autor y director del espectáculo, David Shin. Durante su viaje, el Inocente entrará en contacto con infinidad de personajes cómicos, tales como el Rey, el Trickster, el Heimloss y el Perro Malo. Y también se encontrará con diez nuevos números, que incluyen un sorprendente equilibrio sobre sillas a siete metros, un trapecio individual, cuatro funambulistas sobre un alambre alto o la rueda de la muerte.
Un vestuario de película
¿Quién no ha querido embutirse alguna vez en los coloridos trajes del Cirque? Todos están hechos a medida de los impresionantes físicos de los artistas y confeccionados en la sede central Cirque de Soleil en Montreal. Incluso los sombreros son personalizados, gracias a los moldes de yeso diseñados en las cabezas de los propios gimnastas. Para Kooza, Marie-Chantale Vaillancourt se ha inspirado en las películas de Mad Max (imposible olvidar a Tina Turner por el desierto), y las historias de los viajes en el tiempo y la India, presente en todo el show. Uniformes de bandas de música y de soldaditos de plomo también han ayudado a la diseñadora, que ha tenido que empollarse las técnicas que usan los magos para que los artistas se puedan cambiar de ropa en un visto y no visto. Al loro con la capa de las ratas, un traje que crea una escalofriante ilusión óptica: hace que veamos ratas correteando por el cuerpo del artista antes de desaparecer en una trampa. A lo largo de dos horas, veremos pasar ante nuestros ojos más de 175 disfraces y 160 sombreros diferentes… Algunos de ellos los podrás adquirir después del show en la tienda del circo, pero prepara la cartera, no son artículos baratos.
Otro de los rasgos que diferencian al Cirque del Soleil del resto de circos es la música. Interpretada en riguroso directo por seis músicos y dos cantantes, en Kooza escucharemos canciones inspiradas en sonidos de la cultura pop occidental, desde el funk de los 70 hasta piezas totalmente orquestales, y una clara influencia de la musica tradicional hindú. «Una de mis fuentes de inspiración han sido las películas de los años cuarenta y cincuenta, un período por el que siento una particular fascinación», nos revela Jean-Francois Coté, responsable de las notas divinas que otorgan una elegancia sin límites al show.
Por último, la historia del Inocente se desarrolla en una gran plaza pública circular, que ofrece al público una vista de 260 grados desde todas las filas. El atrezzo de los acróbatas ni se oculta ni se disimula, la estructura de la carpa queda siempre a la vista. La pieza central del impresionante decorado es una torre móvil denominada Bataclán, que modifica la configuración del espacio según se va moviendo. Traslada a los artistas de un punto a otro de la pista y hace las veces de tablado, junto con dos escaleras circulares. Sobre el Bataclán veremos una estructura de tela gigante denominada el Void, decorada con motivos que recuerdan la cara interior de las hojas. Te encantarán las ‘velas’ que flanquean el Bataclán. Se abren y se cierran como los pétalos de una gran flor en las manos de dos personas que manejan las cuerdas y las poleas. En definitiva, es el escenario más alto jamás diseñado para un espectáculo de ‘Cirque du Soleil’.
30 años, en cifras
Sólo este año, más de 15 millones de personas disfrutarán de alguna de las propuestas del ‘Cirque du Soleil’, empresa que no recibe ninguna subvención pública o privada desde 1992. Nacieron en el 84, con motivo del 450 aniversario de Quebec, y no han parado de trabajar desde entonces. Su plantilla consta de 5.000 empleados, 1.300 de ellos artistas procedentes de más de 50 países. Han actuado ya en más de 300 ciudades de 40 países de los seis continentes, y en cada ciudad dan trabajo a unas 120 personas. Necesitan nueve días para montar la carpa y otros tres para desmontarla, y usan 60 camiones para transportar su ciudad rodante. Cada show lo pueden disfrutar unas 2.600 personas, dentro de una carpa de 20 metros de altura y un diámetro de 51 metros. Para albergar el circo, exigen un espacio de 17.000 metros cuadrados, tiendas y camiones incluidos. Si con este baile de cifras no tienes suficiente, consulta los precios de las entradas en su web oficial (cirquedusoleil.com).
Unos bilbaínos ilustres
Durante la última visita del ‘Cirque du Soleil’ a Bilbao, en 2009, los artistas eligieron lugares como el Bizitza para relajarse después de sus intensos espectáculos. “Abría todas las noches muy tarde sólo para nosotros”, nos cuentan. Cuatro años después, vuelven a la villa porque “el público de Bilbao es superentusiasta, muy agradecido y con mucho sentido del humor” y porque, literalmente, les encanta venir. A nosotros también nos gusta recibirles, y no sólo por el espectáculo que ofrecen: contratarán a cerca de 150 personas de Bilbao para todo tipo de trabajos: “taquilla, venta de mercancía, ayuda en la cocina, limpieza, acomodadores…”. Esos “nuevos empleados” se convierten en parte de la familia, ya que “son quienes nos aconsejan por dónde ir y salir y qué visitar en la ciudad”.
En las filas del Circo del Sol no hay aún ningún vasco. “Tenemos a tres españoles, los Hermanos Quiros. Practican el alambre alto, un número muy impresionante: imaginaros un alambre a quince metros de altura, sobre el cual los chicos saltan, montan en bicicleta y hasta hacen una pirámide humana…”. Nos cuentan que los números que más aplausos reciben en Bilbao son los “intensos” y nos adelantan que harán “algún guiño en euskera” en los diálogos de los payasos.
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