Semana Santa para mariquitas escépticas
La Semana Santa es la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret, un judío del siglo primero después de sí mismo, que aseguraba ser hijo de un Dios y una Virgen, vamos, como cualquier mariquita común.
Más allá de este señor y sus vicisitudes, visicitudes, vidisitucides, vamos, más allá de la vida de este señor, la Semana Santa cuenta una historia arquetípica que a todas nos es conocida, tías, por eso voy a intentar explicárosla, desviadas descreídas, ateas sodomitas, desde vuestro punto de vista, que seamos sinceras, sois más simples que Ylenia explicando la falsedad máxima y menos profundas que un charco en pleno desierto del Gobi.
Día uno, Domingo de Ramos. Entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén.
Esto es como cuando llegas a una disco de punta en blanco y con toda la bisutería del H&M encima. Eres la nueva. Eres mona y jovena, todos te miran, te adoran, se lanzan a tus pies. Quieren abrazarte, poseerte, ser tú. Eres como Lindsay Lohan en una licorería, como Justin Bieber en una droguería, como Lady Gaga en una carnicería. Eres el rey de la fiesta, la juerga padre, el “novamás” de la compresa y lo sabes.
Te haces querer y repartes saludos y abrazos, besos y guiños a diestro y siniestro. Vendes la promesa de un nuevo día. Y todas creen que van a acabar amaneciendo junto a ti, tía.
Día dos, Lunes Santo. Unción de Jesús en casa de Lázaro.
Días después acudes a casa de aquel amigo que se pilló un pedo de cojones y tú le sacaste del coma etílico a base de hostias y duchas frías. Él celebra una fiesta en tu honor y todos quieren estar a tu lado, escuchar las anécdotas de tu boca. Se pelean por tu atención, porque eres el puto amo, un top model en potencia, un polvazo en esencia. Y tanto anhelan tu atención que una loca te acaba tirando litro y medio de perfume por encima, como si fuera vodka. Sí, se equivocó de botella.
Día tres, Martes Santo. Jesús anticipa a sus discípulos la traición de Judas y las Negaciones de San Pedro.
Eres guapo, joven, estás bueno y eres realmente encantador. Todos te adoran y quieren tenerte entre sus brazos, pero seamos sinceros, tú no tienes el chocho para farolillos ni tiempo para tanto pretendiente, así que es inminente que alguna marica mala empiece a malmeter.
Si en el mundo heterosexual del amor al odio hay un paso, en el nuestro hay una mariquita mala deseosa de ponerte la zancadilla, un mote o en mal lugar. Y siempre hay público para una mariquita mala. Cariño, estás en la cumbre y eso significa que hay mucha y empinada ladera por la que rodar, y lo sabes.
Día cuatro, Miércoles Santo. Judas Iscariote conspira con el Sanedrín para traicionar a Jesús por treinta monedas de plata.
La mariquita mala comienza a trabajar. Conspira contra tu reinado. Para ello se rodea de todas aquellas que tuvieron la esperanza de ser una muesca en tu cabecero y tan sólo consiguieron una efímera sonrisa, esa sonrisa que tanto gustaba y que ahora resulta una provocación vacía. Estás condenada bonita. Prepara el paño de lágrimas porque vas a acabar más sola que la una menos diez.
Día cinco, Jueves Santo. La ultima cena.
La cosa está espesa. Empiezas a perder protagonismo, empiezas a perder la atención de muchos, y sientes las dudas de otros. Aun así asistes a una última fiesta, en la que compruebas que tu belleza ya no provoca las miradas y atenciones que antes. Tú sonríes hasta que no te quedan muelas que mostrar, lanzas soliloquios que ni en el club de la comedia, bailas como si fueras Beyonce en pleno ataque epiléptico, te desnudas, haces el pino puente, un castillo de cartas de doce pisos, el maikeljakson, malabares… da igual, tía, has perdido tu flow, eres uno más, con la única diferencia que atesoras una cuadrilla de “haters”. Sí, amiga, eres el cantante de One Direction en una fiesta de Beliebers.
Día seis, Viernes Santo. Prisión de Jesús. Los interrogatorios de Herodes y Pilato. La flagelación. La coronación de espinas. Vía Crucis. Crucifixión de Jesús. Sepultura de Jesús.
Sí amiga, la fiesta termina como el rosario de la aurora. Aquellos que un día te quisieron te tiran a los pies de los caballos, momento que aprovechan la mariquita mala de turno y sus acólitos para decirte lo más grande. Te acusan de todo lo malo que a una mariquita mona la pueden acusar y en diez minutos pasas de ser Jon Kortajarena a Manolo el del Bombo; de Mahatma Ghandi a uno de los de Dolce&Gabbana. El ostracismo es tu nueva morada, eres una muerta en vida, y en el ambiente eso significa que el móvil se te ha quedado sin batería, ni el Grindr te queda ya.
Día siete, Sábado Santo. Vigilia Pascual. Resurrección de Jesucristo.
Querida amiga desahuciada, en esta vida todo es cíclico, como la economía y la carrera de John Travolta. Y si hoy estás rodeada de chulazos, mañana es probable que estés haciendo solitarios en casa. No desesperes. Todo vuelve, hasta los pantalones acampanados y las hombreras lo han conseguido, así que cómo no vas a lograrlo tú, que eres más mono que un centro de mesa y más simpático que Naty Abascal con dos Gintonics. Tu vida social resucitará. Tiempo al tiempo.
Menuda semanita mona. Vives muy rápido y eso no hay tupe ni cardado que lo resista. A partir de ahora procura quitar el pie del acelerador y vivir la vida a un ritmo más pausado, quién sabe, lo mismo dentro de 2000 años tienes a toda la humanidad celebrando tu horrible semana, cosas más raras se han visto.
Queridas amigas, espero que hayáis entendido la razón por la que hay tanto encapuchado paseando a maniquíes por las calles cuando podrían estar quemando contenedores. Todo responde a una lógica, vamos, que las cosas no se hacen por hacer, y si un judío del siglo primero después de sí mismo, que fue engendrado por una Virgen y una paloma que resultó ser Dios, muere y resucita, sólo tenemos dos opciones, celebrarlo o plantear un par de dudas; pero donde haya una buena jarana… Quién coño quiere dudas?
Feliz Semana Satán, digo Santa, tías. El teclado predictivo es el anticristo, esta última frase es la prueba.