¿Por qué nos enamoramos menos?
Queridas amigas, qué tal? Yo desolada. No, no se me ha roto una uña, ni me ha salido una variz, mi desolación procede de la incapacidad que los mariquitas demostramos a la hora de enamorarnos y comprometernos con otros mariquitas. No, tías, no os descojonéis, que es un dato que he sacado de fuentes bien fundamentadas, como el Forocoches, la Cuore y otras prestigiosas publicaciones.
Parece ser, nenas, que estamos perdiendo nuestra capacidad de amar, que somos más de follar, de rozar la cebolleta sin interesarnos por los sentimientos del otro, vamos que nos esforzamos más en aprendernos la última coreografía de Lady Gaga que de amar a nuestro prójimo.
Yo no tengo ni puta idea de si esto es así o no, y la verdad es que me importa bien poco; pero tengo que rellenar tres folios y ésta es la excusa perfecta para demostraros mi magistral talento para combinar letras que no dicen nada, justo lo mismo que hacen los guionistas de “Sálvame”.
Aquí os dejo las posibles razones que explicarían las dificultades que la mariquita común tiene para embarcarse en una relación.
Vamos demasiado rápido
Vivimos en un mundo que avanza a un ritmo vertiginoso y queremos las cosas para ayer. Julia Roberts se folló a Richard Gere en 20 minutos, se enamoraron en 30 y en hora y media habían sentido más emociones que las que yo sentiré en toda mi vida. Y ahora salimos del cine y tengo yo que aguantar un coñazo de cita para echar un mísero polvo, tiempo en el cual Meg Ryan es probable que se haya follado a todos los chulos de Hollywood. Es injusto, tías.
Somos egoístas
Hemos crecido escuchando de nuestros padres que somos los mejores, los más especiales y maravillosos y en consecuencia hemos desarrollado una cosmogonía umbilical, todo gira alrededor de nuestro puto ombligo. De hecho, un estudio de la universidad de Wichita ha determinado que si nuestro ego se sigue hinchando a esta velocidad es muy probable que terminemos flotando para el 2047. Y a ver quién coño mete dos egos en un apartamento de protección oficial lleno de ropa, dildos y purpurina. No hay cojones ni posibilidad física, tías.
La grindrización o el efecto Telepizza
Hoy coges el iPhone y puedes acceder al catálogo más extenso de chulos desde el álbum de la liga, amigas, y todos están disponibles y especifican sus medidas y nunca mienten. Hablo del Grindr, no confundir con Pokemon Go. Y con este panorama para qué coño vamos a tener un rabo fijo en casa, que ocupa espacio y te vacía la nevera, si puedes disponer del rabo que te apetece cuando quieras con un solo click y una foto de tu “carabé”.
Pretensiones inalcanzables
Teniendo en cuenta el volumen de nuestro ego es normal que nuestras pretensiones resulten inalcanzables. Os creéis los hermanos guapos de Jon Kortajarena y que yo sepa el de la Peña solo tiene una hermana y no sois vosotras, monas. Queréis un chulazo que os cuide y limpie, que os escuche y quiera y al que poder encender el deseo sexual o poner en modo avión con un interruptor, y eso no existe, y Steve Jobs murió, así que dudo que haya nadie que lo vaya a inventar.
Desconfiamos de quienes lo consiguen
Todas tenemos un par de amigos que llevan media vida juntos y se quieren y parecen felices y nos dan una envidia horrorosa y en vez de tomar ejemplo preferimos ponerlos a parir, amigas, porque somos pérfidas y nos encanta. O son unas aburridas, o si son más putas nacen en tacones y su cama los domingos por la mañana parece la estación de Moyua en hora punta.
No nos gusta complicarnos
El amor no es un camino de rosas, y con esta frase termina mi cuota de frases hechas por artículo. El amor es más bien ese lugar donde lanzan los tallos espinados de esas rosas, y con esto termina mi cuota de ñoñerías por artículo. Y vosotras sois muy vagas, lo queréis todo hecho, la bota llena y la suegra borracha, y con esto termina mi cuota de refranes por artículo. Que rígida es la línea editorial de esta revista amigas, así es imposible crear.
Mucho postureo
No queréis tener un novio, maricones, queréis una foto cuqui en el Instagram que os reporte un montón de “likes”. No queréis amor, tan sólo la ilusión del amor. Buscáis todas las cosas buenas que habéis leído en novelas o visto en películas; pero sin todos los sacrificios que pueda conllevar. Os molestan los huecos del guión de la película romántica, donde se verían los pedos que se tira el chulo de turno, los calzoncillos tirados en el baño y la frenada que deja en el retrete, pero almas de cántaro, esto es la puta vida real y los príncipes azules tienen malos días, cagan y se equivocan. La vida no es una continua puesta de sol en una cala de Ibiza que sacáis con el móvil y colgáis en una red social subrayada con una frase de Paolo Coelho. Así que si queréis tener una pareja que os dure más que una braga del Primark, esforzaros un poquito “ijasdelagranputa” que si sois más vagas entráis en coma.
El amor no es una foto bonita preñada de “likes”; pero es más bonito que cualquier foto, tías.