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Mitos del sexo anal

Cuando dije a mis amigos heteros que era gay y que estaba saliendo con un chico, no pocos de ellos me preguntaron (algunos instantáneamente) si era activo o pasivo, ante lo cual intenté también explicarles el término ‘versátil’; pero después descubrí que muchos de ellos me hicieron la pregunta porque tenían curiosidad por el sexo anal, si duele, cuál es el placer que se obtiene, técnicas para inexpertos… y es que hoy en día pensar que la penetración anal es una práctica que se da únicamente entre dos chicos no tiene mucho sentido (cuántas parejas heterosexuales habrá que introducen en sus prácticas sexuales objetos con el fin de estimular el punto G masculino, porque sí, en el caso de los chicos se considera como el punto G a la próstata, a la cual se accede, obviamente, por el culo).

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Aunque muchas personas han comprendido que la sexualidad es un derecho humano, y que es una manera de disfrutar, dar cariño, sentir y compartir placer, descargar tensiones o símplemente, pasar un buen rato, otras siguen pensando que el sexo y en concreto el anal es tan antinatural como la homosexualidad. Incluso, dentro del colectivo gay muchos hombres se siguen considerando más ‘machos’ o más ‘masculinos’ por catalogarse únicamente como activos, sin darse cuenta de que se están perdiendo la mitad de la diversión.

Entre los principales mitos y tabúes contra el sexo anal encontramos: que el ano y el recto son zonas sucias, que la penetración deforma el ano, o que es un símbolo de sometimiento y humillación que hace inferior al que es penetrado. Si bien el ano puede estar sucio, o puede lastimarse como cualquier parte del cuerpo, no menos cierto es que otras prácticas sexuales aceptadas por la mayoría de la gente también involucran partes del cuerpo que pueden estar sucias, y durante las cuales se pueden ocasionar lesiones si las personas no están suficientemente preparadas o si la práctica es muy violenta.

Los mitos y tabúes sexuales son, al igual que el machismo, construcciones culturales, y la sexualidad ejercida desde la creencia en estos mitos y tabúes hará muy difícil que logremos excitarnos y relajarnos para poder disfrutarla.

Existe alrededor del ano una de las zonas erógenas más importantes del cuerpo. Esta zona tiene gran cantidad de terminales nerviosas, lo que permite una enorme sensibilidad.

El hombre en particular, además de esa sensibilidad alrededor del ano, puede obtener placer en la penetración por la estimulación de la próstata, glándula que se ubica pegada a la pared posterior del recto, encargada de producir parte del líquido preseminal, aunque claro, este placer puede anularse y convertirse en molestia o dolor si la persona está nerviosa y tensionada, si no está suficiéntemente excitada, lubricada, o si la estimulación es demasiado violenta.

El ano es un músculo que aprendemos a controlar desde pequeños, convirtiéndose su contracción o dilatación en un acto casi reflejo, lo cual no quiere decir que no podamos tener cierto control sobre él (también respiramos de forma inconsciente, pero si lo deseamos podemos respirar más rápido o más profundamente de forma intencionada).

Es falso que el ano pueda quedar permanentemente dilatado y que la persona comience a tener problemas de incontinencia por haber sido penetrado una o muchas veces (sí que después de una penetración puede tardar unos minutos en volver completamente a su estado natural, al igual que sucede con otros músculos del cuerpo).

Para conseguir una penetración placentera uno de los factores más importantes es la relajación. Los nervios de no haberlo hecho nunca o de ser penetrado por una persona con la que no lo has hecho antes, o el miedo a sentir dolor hará, aunque no seas consciente de ello, que el ano tienda a contraerse.

Por eso una solución es practicar consigo mismo, en un lugar tranquilo y sin prisas. Es aconsejable tener las uñas bien cortadas, haber ido al baño previamente y tener lubricante a mano (aunque a falta de otra cosa la saliva puede ayudar, no te acostumbres, porque en el momento de una penetración real con otra persona es imprescindible usar lubricantes a base de agua para evitar que el preservativo se rompa). Busca una postura cómoda… y al lío. En los primeros momentos el músculo tenderá a contraerse apretándote el dedo hasta que se acostumbre por completo a su presencia, pero que esto no te desmotive. También existen accesorios (dilatadores) que puedes encontrar en cualquier sex shop, de diferentes tamaños, que te ayudarán con esta tarea.

Si ya estás pensando en una penetración como Dios manda no te valdrá sólo con relajarte, y necesitarás también que se produzca la dilatación. Si has conseguido introducir un dedo sin molestia y sin la consiguiente contracción prueba a meter dos dedos… y después tres, bien lubricados y siempre después de que el músculo se haya acostumbrado completamente y te sientas totalmente cómodo.

Muchas personas que se consideran únicamente activas nunca lo han probado, por miedo, por vergüenza o por tabúes y creencias erróneas en su cabeza, o tuvieron una mala experiencia y no quieren que se repita. Recuerda que el sexo es algo natural y que seguro que tienes algún amigo cerca al que poder preguntarle tus dudas o tus miedos, del cual conocer su experiencia para que te sirva… que nadie nace sabiendo, ni siquiera sobre el sexo.

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