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Mitología de Bizkaia

Partiendo de la base de que no hay mayor Akelarre que la que organizas tú con tus amigos un sábado por la noche cuando ponéis a bajar de un burro a cualquier chulazo que pasa a vuestro lado, hablar de un Akelarre es otra cosa algo diferente y que viene de mucho tiempo atrás. Lo tuyo y lo de tus amigos es real como el estrabismo de Leticia Sabater pero los akelarres forman parte de la necesidad del ser humano de encontrar respuestas a mucho de lo que pasaba a su alrededor a través de cuestiones inexplicables. De esta necesidad nacieron seres y leyendas como Mari, lamias, gentiles… en estas líneas vamos a dar respuesta a algunas de vuestras dudas sobre la mitología de Bizkaia.

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LA DAMA DE ANBOTO

Mari, la personificación de la tierra y reina de todos los genios de la naturaleza, es la leyenda más clásica de nuestro territorio. Su nombre hace referencia a una divinidad de sexo femenino que a veces tiene cierta similitud con una mujer ricamente vestida, puede aparecer envuelta en llamas, o en un caballo que va acompañado de nubes de tormenta. Hay otros escritos que la describen como un árbol que por uno de sus lados tiene la figura de una mujer. Dice la leyenda que Mari tiene dos hijos, Atagarri y Milelatz, son dos genios siempre enfrentados y que en la visión cristiana corresponde a la lucha del bien y el mal. Ella vive en tres cuevas reconocidas, la de Supelegor, la de Anboto y la sima de Larrunarri, aunque según algunos escritos su tercera morada se encuentra en la sierra de Aizkorri y en Bizkaia la cueva de Marienkobia, en la cara oriental del Anboto. Muchas veces se materializa en forma de niebla sobre la cima, a esta brumas se las denomina “amillana”.

SUPELEGOR

De esta cueva acabamos de hablar por su relación con Mari. Antes de nada debéis poneros un poco al día en cuestiones mitológicas, la vizcaina divide el universo en dos mitades, sobre la superficie de la tierra se encuentra lo conocido, donde el ser humano impone su primacía, bajo esta superficie el mundo subterráneo es donde viven los dioses, pues bien, las grutas se encargan de unir ambos mundos. La cueva de Supelgor cuenta con muchas leyendas en su haber, algunos dicen que en su interior vivían brujas y lamias. Las brujas eran normalmente mujeres muy relacionadas con los antiguos dioses, que realizaban ritos religiosos y maldiciones, algo así como una especie de sacerdotisas de las antiguas religiones. Las lamias en cambio no eran mujeres aunque su aspecto sí lo pareciese al margen de su pie de pato o de cabra, que era lo que les caracterizaba. Su principal labor era de la servir a Mari y desde que amanecía les apetecía, es decir que eran ardientes y cariñosas, el hombre que caía en sus manos se enamoraba de ellas y enloquecían. Esta cueva siempre ha sido un lugar agradable, de hecho cuenta la leyenda que cinco pastores se fueron a vivir allí por miedo a los lobos y que en su interior guardaban hasta quinientas ovejas. Muchas noches los animales se despertaban asustados y empezaban a correr por toda la cueva sin encontrar nada que les asustase, después se encontraban huellas de niños que la leyenda atribuye a las lamias. Otras leyenda dice que una noche un joven rico de Zeanuri decidió pasar la noche con sus amigos en la cueva y el abrazo de una sombra acabó con su vida, algunos lo atribuyen a un abrazo de Basajaun. Para los despistados Basajaun o Anxo es el señor del bosque, que vive en cavernas abiertas en los más oscuro de los bosques. Se trata de un genio con apariencia humana, revestido con una larga pelambrera y dueño de fuerzas prodigiosas. El folclore vasco atribuye a Basajaun la responsabilidad de transmitir a los humanos los secretos de la agricultura, el trabajo en el hierro y la construcción de utensilios, como la sierra y el molino. Pero si sus características os ponen a cien, según la leyenda tiene pareja y se llama Basandere.

EL LADRON DE OTSABIDE

Si miramos hacia el exterior del macizo de Itxina, bajo la cima de Urtutze, allí nos encontramos con la cueva llamada Otsabide Pagozabala Ganeko Axpea. Su puerta natural es similar a la de la puerta de un castillo y según la leyenda se trata de una cueva habitada por brujas, alimañas y por supuesto el ladrón de Otsabide. Dicen que este ladrón guardaba todos su motines en esta cueva llegando a amasar una gran fortuna. Al final fue apresado en Francia y mandado a prisión donde acabó confesando dónde guardaba el motín, cuando sus compañeros de celda cumplieron condena vinieron hasta Itxina en busca de la fortuna, pero cuando intentaron entrar en la cueva apareció un toro que echaba fuego por la boca, dice la leyenda que el toro no era más que el alma del ladrón.

EL AKELARRE

Estas reuniones de brujas dicen algunos que no son más que fantasías de inquisidores y jueces, y fruto de mentes desquiciadas que mezclaban los hechos de ciertas fiestas nocturnas con sus ideas calenturientas. Como consecuencia de estos pensamientos, durante el siglo XVII en un juicio celebrado el Logroño varios brujos y brujas fueron condenados a muerte. El Akelarre era presidido  por un macho cabrío, las brujas volaban por los aires a lomos de animales y tras la presentación de los neófitos arrancaba una orgía en la que los brujos y brujas danzaban a la luz de las hogueras y donde no faltaba ni el alcohol ni los alucinógenos, nada que no hayas hecho alguna vez en tu casa y con otros personajes y nada que no nos haya contado Alex de la Iglesia en su película. Seguro que las Cuevas de Baltzola y el Arco de Jentilzubi en Bizkaia fueron escenarios de semejantes fiestones, además de ser los lugares donde se encontraron los restos de los primeros habitantes de Bizkaia.

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