Maribiografía – Kykie Minogue
La koala del pop, la prima sosa de Madonna, la Marisol de habla inglesa, la princesa que pudo reinar y le cedió el trono a una de Michigan. Kylie Minogue es un amor, una pompa de jabón en medio de la mierda, un cupcake en una bolsa de magdalenas, un “quiero y no puedo” de perfecta sonrisa, nívea cabellera y perfectamente afinada. Kylie Minogue es Lady Gaga cuerda y ordenada, tías.
Voy a intentar explicar el devenir vital y artístico de la Minogue a través de cuatro de sus temazos, tías, voy a hacer un ejercicio de síntesis y concisión tal, que ni dos tronistas chateando por el whatsaap sin emoticonos ni contracciones. Y es que las páginas de esta revista son limitadas, y mi adoración por la Minogue infinita.
I should be so lucky. Kylie es una niña mona y graciosa, un culo de mal asiento, quieres ser esto, lo otro y lo de más allá y en el transcurso de la duda se le cuela su hermana Danii. Pataleta. Ella también quiere cantar, bailar, reír, soñar… Y en éstas le dan un papel en el culebrón del momento en las antípodas que le empareja con el pavisoso de Jason Donovan, con el que graba una canción muy sosa, tanto, que provocó que varios unicornios rosas vomitaran arcoirises.
Está triunfando y graba este temazo que es un oximorón en estado puro. Escuchas la letra y mueves el esqueleto como si no hubiera un mañana, escuchas la letra y te embajonas más que Falete en una herboristeria. Ésta es Kylie, nenas, mujer poliédrica donde las haya, que iba para reina del Pop y se quedo en reina del drama, tías. Comienza su carrera lamentándose… Mal rollo.
Better the Devil you know. Comienza su meteórica carrera. Triunfa en Europa y en casa, pero se le resisten los EE.UU. Tiene la posibilidad de cruzar el charco, lanzar un órdago a mayor, arriesgar, hacerse un pitingo; pero la australiana se acojona, se conforma… Mejor lo malo conocido… Nena, ponte pilingui, enseña un pecho, tatúate un pene en un homoplato, no se chica, un algo. Pues nada.
Spinning around. Y ahí la tenemos, como vaca sin cencerro, de aquí para allá, haciendo más de lo mismo. De repente le da un aire y decide hacerse la malota y se enrolla con el Hutchence, tras una lista de chulos que da para tres alineaciones del Logroñes; pero no nos engaña, ella es más buena y sosa que repartir sugus en la puerta de un colegio, tías. Empieza a ser más conocida por sus ligues que por su música. En otro momento le da un aire y se hace indie, en plan Kim Deal rehabilitada, en plan me quedo muerta, tan trascendental y profunda como un pedo en un funeral. Viendo las rosas crecer con Nick Cave y sin subtítulos. Una pasada nenas. No me veis, pero estoy bostezando. Vamos que da vueltas sin sentido, pierde el tiempo, y lo peor, nos lo hace perder a nosotras, sus fanas. No voy a mentar la película junto a Jean Claude Van Damme, no soy tan Gore… ¿Vale?
Just can’t get you out of my head. Después de dar vueltas sin ton ni son, repentinamente se centra, como el PP. y empieza a lanzar temazos como yo migas a los patos. Es un no parar. Incluso en el país de la Reina, y no me refiero a UK, empiezan a mover la cadera a su ritmo. La descubren tarde; sorprendidos de lo que se han perdido. Hasta la Reina madre, Madonna, la reivindica luciendo camisetas con su jeto en sus conciertos. Y es que Kylie es adorable, es mona, canta bien, sin necesidad de florituras Careyanas, y tiene menos ambición que una cobaya albina; pero no tarda en empezar a dar bandazos y a desinflarse, como si se pusiera zancadillas a si misma, que va a ser que es más modesta que el endocrino de Falete, tías. Ahora bien, ahora ni fu ni fa, ahora me encanta, espera que me deja muerta, mierda, no era para tanto… Y aquí seguimos, esperando.
Kylie, cariña, deja de hacer el mongui, relaja el coño y atiende. Nosotras sólo queremos una cosa. Queremos que nuestra vida sea un “Your disco needs you” eterno. Queremos luces estroboscópicas y tú vestida en plan Barbarella diciéndonos que nuestra discoteca nos necesita. Sólo necesitamos que tú necesites que nuestra discoteca nos necesite… No se si me explico mona.