Los Peligros de la Navidad
Llega la navidad, tías, y me imagino que estaréis acojonadas, yo llevo desde septiembre tomando orfidales como si fueran lacasitos. Si la ansiedad pesara, no me podría levantar de la cama. He vuelto a comerme las uñas, voy por los nudillos. El otro día me hicieron un electrocardiograma y salió la partitura de Tiburón, menos mal que Osakidetza se hace cargo de pagarle los derechos a John Williams, tías.
En fin que estoy de los nervios, y no es para menos, que llega la puta navidad. He pasado más de 40 navidades ya, y sigo sin acostumbrarme, y encima ahora, con esto del cambio climático, los polos se derriten, el verano dura más y la puta Navidad empieza en Noviembre, imagino que para el 2050 el año se dividirá entre el orgullo en junio y la navidad el resto del año.
La Navidad ya es un hecho, no podemos hacer nada para abstraernos de su influjo, lo único que podemos hacer en todo caso es recordar los peligros que su llegada supone, los vamos a sufrir igual, pero no nos van a pillar de improviso, como cuando vuestra madre os anunciaba una ostia, dolía, pero menos.
Las luces estroboscópicas
Hoy en día, los municipios del país compiten entre ellos para ver quien gasta más dinero y energía en adornar sus calles con luces, supongo que para compensar las que les faltan a sus alcaldes, y la gente ahí, súper feliz, porque el alcalde ha puesto un trineo de LEDs del tamaño del museo del prado sobre sus cabezas. Luego se pasaran el resto del año encabronados porque tienen las aceras de sus barrios que parecen un campo de minas. Paradójicamente nunca culparán al puto trineo y sus tres millones de LEDs cambiando de tonalidad al ritmo del tamborilero.
Hemos entrado en una espiral lumínica de proporciones épicas, esto no va a parar hasta que a un niño le de un ataque epiléptico. Se calcula que si se dejaran de poner luces navideñas tendríamos aseguradas las pensiones hasta el 2050. Y si dejáramos de tener alcaldes nos podríamos jubilar a los 35, que no veáis lo que cobran, pero esa es otra historia.
A mi tanta contaminación lumínica me provoca migrañas, si a vosotros también, nunca salgáis de casa después de las 7 maricones, porque si no os va a doler la cabeza hasta marzo.
Los Villancicos
Les llaman villancicos porque tortura medieval ya estaba cogido, tías, pero sus efectos pueden equipararse, de hecho yo a mitad de diciembre ya suelo pedir el desmembramiento como alternativa a morir escuchando a Mariah Carey vestida de la hija díscola e inédita de Papa Noel.
Cuantas más veces escucho que la virgen se esta peinando entre cortina y cortina, más partidario soy de los estores. Me paso dos meses con unas ganas locas de que el puto río se seque y los peces fenezcan. Ahora que lo pienso, debe ser por eso que me cuesta tanto tirar los calcetines con tomates, tías, los va a remendar su puta madre.
Así que amigas, si no queréis morir de un ataque de dentera sólo hay una solución… tapones para los oídos.
Los regalos
Un día, a un señor se le ocurrió, con muy mala leche, que podíamos festejar las navidades haciéndonos regalos los unos a los otros y llenó así nuestra vida de ansiedad, frustración, calcetines, calzoncillos y libros de Paulo Coelho. No se quién fue el “hijodelagranputa” pero muchísimas gracias, tía, de todo corazón. Amazon, el Corte Inglés y los productores de ansiolíticos te adoran.
Para evitar caer en esta espiral de consumismo desenfrenado y no terminar con seis jerseys de gatitos cogiendo polvo en el armario sólo hay una solución… haceos testigos de Jehová.
Los empachos
Todo el mundo sabe que los trastornos de ansiedad prolongados pueden desembocar en graves enfermedades mentales, en nuestro caso la bulimia, tías. Yo a principio de noviembre soy Kate Moss mojada y con calderilla en el bolsillo y en año nuevo Godzilla. Empiezo el año rodando maricones.
No es que comamos mucho nenas, es un Diógenes gastronómico, comemos y bebemos por encima de nuestras posibilidades, a lo loco. Deglutimos como si no hubiera un mañana, como si en enero fuera a llegar el fin del mundo y tuviéramos que acumular calorías para arder mejor en el infierno. Hay informes de consumo que dicen que se vende más Almax que langostinos por estas fechas, no digo más.
Si queréis evitar terminar como un estadounidense medio solo hay una solución… coseros la boca, porque seamos claras, somos vascas, y follar se nos da mal, pero lo compensamos comiendo y bebiendo, estamos entrenadas.
La familia
Y cuando digo familia me refiero a los cuñados. Los cuñados son esas “personas humanas” que hablan de todo sin tener ni puta idea de nada. Le discuten el principio de Arquímedes al propio Arquímedes dentro de una bañera maricones.
Llegan a tu casa, o a la de tu madre, y se comen tu comida, lo que se agradece, y te regalan una mierda de jersey para acto seguido discutir cualquier opinión que salga de tu boca. Si se da el caso de que dos cuñados coinciden en una casa, id sacando más langostinos para agasajar a la patrulla de la ertzaintza nenas, no vayáis a terminar toda la familia pasando la noche en comisaria.
Si no queréis que los cuñados, propios o ajenos, os jodan las fiestas sólo hay una solución… el asesinato.