La Otxoa
José Antonio Nielfa, La Otxoa, lleva trabajando desde los 14 años. Mientras se encarga del papeleo que supone la jubilación, recuerda que el nombre artístico se lo puso “la calle”. Revolucionó Barcelona en sus años mozos y lo tuvo muy claro: “Yo quería cantar, pero no como los cantantes de mi época. No quería ni smoking ni pajarita. Vi el carrusel de París y dije, “esto es lo que quiero ser!”.
I.G.- Cuenta la rumorología que lo dejas todo y te marchas a vivir a Buenos Aires. ¿Bye bye, Otxoa?
J.A.N.- No, no y no. Lo he desmentido ya decenas de veces, y me siguen insistiendo con que me voy. El bar no lo dejo, a Buenos Aires voy a pasar quince días y vendo la casa de Larrabasterra para vivir en Bilbao, por comodidad. El bar lleva 33 años funcionando y espero que dure otros 33.
I.G.-¿Bilbao está preparado para un bar que abre todos los días de la semana?
J.A.N.- Lo ha estado, pero con la crisis se nota muchísimo. Nunca he conocido Bilbao así, ahora es una ciudad solitaria, a las nueve de la noche no hay nadie por la calle… Es terrible.
I.G.- ¿Qué es lo más extraño que te ha pasado trabajando en el bar?
J.A.N.- Hace poco entró un señor muy garrulo y pidió una mirinda, que creo que no la fabrican desde el siglo pasado. También hay gente que nos pide platos combinados…
I.G.- Tu pub ha sido parada obligatoria para todo personaje ilustre que pisara la Villa…
J.A.N.- Buf, han pasado desde James Bond, todas las plantillas de fútbol, Jesús Gil, Lola Flores, Rocío Jurado… Hace poco ha habido una petarda, que fue la gran decepción. Vino a Bilbao a actuar con otra chica Almodovar que es fantástica. Para no equivocarlas, el nombre de la petarda empieza por L y acaba por S (se refiere a Loles León, que visitó Bilbao durante la Aste Nagusia). Por el contrario, Carlos Cano, Joaquín Sabina, Lola Flores, Rocío Jurado… han sido visitas muy especiales. Carlos Cano mide dos metros y son dos metros de sensibilidad.
Por mi caracter y mi personaje, ligo cada cuarto de hora
I.G.- ¿Funciona la erótica del poder detrás de una barra?
J.A.N.- Sí, intentar conseguir lo difícil es la leche, ese morbo funciona muy bien. Pero, aún así, el amor no ha ido bien. El ligue sí, muy bien, pero el amor no. Yo siempre he buscado amor, no ligues. Sin embargo por mi carácter y por mi personaje, ligo cada cuarto de hora. Ahora mismo estoy ilusionado con un ligue maravilloso, una aventura estupenda, pero no sé nada de él y llevo 15 días esperando a que vuelva. Nos pasa mucho a los personajes como yo. Te localizan y luego les das miedo.
I.G.- 35 años después, tu ‘Libérate’ en Aste Nagusia sigue en el recuerdo…
J.A.N.- En aquella época Bilbao necesitaba la libertad sexual. Había mucha gente moderna que quería ser como los franceses, los alemanes o los catalanes. El cantar ‘Libérate’ y poner la pegatina… ¡Salieron como churros! Ahora ya, del armario han salido hasta las polillas, quedan cuatro resíduos. No es como antes, que eras un asesino. Ahora hay más sensibilidad, y en la mayoría de las familias, el que no tiene uno, tiene dos o tres.
I.G.- Hablando de Aste Nagusia… ¿Serías pregonero en fiestas de Bilbao?
J.A.N.- No. Creo que con todas las que he preparado yo en Bilbao en 40 años, por no ser políticamente correcto y por ser un crítico, todavía no lo he sido. Por no ser un estómago agradecido, ni un pelota ni un palmero. Además, el ser pregonero es muy cansino y tengo ya 65 años. Yo soy pregonero de Bilbao por la gente de Bilbao, y eso me sirve. El cariño que recibo de la gente en la calle no tiene precio.
I.G.- Echando la vista atrás, ¿Cuál dirías que ha sido el momento álgido de tu carrera?
J.A.N.- Hay muchos. En el 50 aniversario de TVE con Rafaella Carrá o Marisa Medina… los Goya, mis intervenciones en TVE, Tele5 o Antena 3… Pero me quedo cuando todos estábamos contra Franco, en un festival que se hizo en la Feria de Muestras, con Sabina, Aute, Raimon… y entre todos, La Otxoa, con la Feria de Muestras abarrotada. Yo fui la nota de color.
I.G.- ¿Y un momento ‘Tierra Trágame’?
J.A.N.- Cuando te llaman para hacer algo que no controlas. Cuando vas a un bar como nuevo, en plazas donde no te reconocen, donde la gente no te escucha…
I.G.- ¿Cómo definirías el estado de la industria musical actual?
J.A.N.- Ahora les ponen los focos, los micros… así se lo ponían al Rey, y dicen que hacía trampa. Bisbal, Bustamente… es gente que no tiene talento, nunca serán Raphael, Camilo Sesto o Massiel. Me da mucha pena porque no hay inspiración. Se hacen versiones y son todas iguales. Las cantantes son todas iguales, rubias con ese tinte de lejía. Antes todas eran diferentes y aportaban algo. La gente apuesta por lo fácil, y para mí, no vale todo.
I.G.- Bueno, Otxoa, ¿Y ahora qué?
J.A.N.- No me voy a aburrir. Soy muy activo me gustan muchas cosas: teatro, cine, fútbol, tenis, viajar… No voy a parar, estaré entre Bilbao, Madrid y Buenos Aires. También estaré donde el Athletic me necesite, como forofo, siempre que económicamente me lo pueda permitir.
La muerte de su madre le trajo de vuelta a Bilbao, donde abrió su famoso pub. Aparecer en Aste Nagusia cantando su himno ‘Libérate’ supuso su nacimiento como superstar autóctona. Teatro, cine, televisión e incluso retransmisiones de partidos de sus queridos leones forman parte de su extenso currículum. “He hecho más de lo que me había propuesto, creo que no me queda nada más por hacer. Aún así, todo lo que me venga y no haya hecho, será un regalo”. La Otxoa se jubila para quedarse, hay artista para rato.