Cómo dejar a tu novio
El invierno es la epoca de año perfecta para compartirla. Hace frío, la energía está por las nubes y todas necesitamos alguien que nos caliente la cama, amigas; pero tras el invierno llega la primavera, que la sangre altera, y después el verano, que te provoca una erecciones inauditas.
Y cuando el priapismo es inminente resulta del todo adecuado prescindir de aquel que te calentaba la cama a tiempo completo, no te vaya a dar una embolia por acumulación de sangre en el rabo y pierdas la oportunidad de tirarte a esos chulazos que llegan de visita a tu ciudad.
Llega el buen tiempo, y al tiempo que los pantalones se acorten y las camisetas se ciñan, tus ojos no darán a basto con tanta carne expuesta y apretada. Es el momento de que mandes a tu novio de vuelta a casa de su madre y te lances a la jungla de asfalto a la caza de un chulo que te provea de lo necesario sin necesidad de compromiso alguno.
Sin embargo no siempre es fácil deshacerse del chulo que adoptaste el otoño pasado, probablemente te sientas en deuda con el y no quieras herir sus sentimientos. Es por ello, oye, que te voy a dar un par de consejos que te facilitarán la huida, amiga.
Con indirectas
Si eres un cobarde, que lo eres, éste es el método más eficaz y cómodo que vas a encontrar para desalojar de tu sofá, tu cama y de tu vida a ese chulo que te alegró el invierno. No hace falta que te enfrentes directamente a él, sólo tienes que procurar que sea el mismo el que comprenda que el tuyo no es su sitio.
No cambies de rutina, mantén la misma relación de siempre con él. Que no sospeche. Tan sólo tienes que lanzarle sutiles indirectas. Susurra “Aquí alguien sobra y yo no soy” cuando te pida que le pases la sal. Explica todo lo que le harías a tu vecino si él no estuviera. O grita guarradas a los obreros mientras paseáis.
Si no se da por aludido es que es o tonto o masoca o las dos cosas al mismo tiempo. Si es así, no lo dejes, nadie te conviene más que alguien tan fácilmente manipulable y con semejantes tragaderas. Amplía tu cama porque el verano se te presenta movidito amiga.
Guerra psicológica I
Convierte vuestra vida en común en una película de M Night Shyamalan. Elige el día apropiado y haz como si él no estuviera. Aunque te hable, te interpele, te grite o te ruegue, actúa como si no hubiera nadie a tu lado.
Es probable que se vuelva loca del coño y te zarandee pidiendo explicaciones, acojonado por ser repentinamente invisible. No te pongas nerviosa amiga, o sí, grita, patalea, pon cara de haber visto a Paquirrín en una librería y sal corriendo de casa gritando “polterGAYs, polterGAYs”.
Si él no sale corriendo detrás de ti es probable que ataje por la ventana. Espero que vivas en un bajo maricón, porque si no tu novio va a dejar la calle perdidita.
Guerra psicológica II
Si has llegado a este punto sólo puede significar dos cosas, o bien no ha colado, o vives en un bajo. Así que vamos a darle un giro a la estrategia.
Llama a todos los chulos que puedas, desnúdalos y colócalos estratégicamente alrededor de ti en la cama. Si os aburre la espera podéis follar; pero no es necesario. Cuando él vuelva a casa, tras una ardua jornada laboral en el Zara, la peluquería o el puente aéreo, abrirá la puerta de vuestra habitación y os encontrará a todas ahí, jugando al enredos, despiojandoos las ingles. El gritará exigiendo explicaciones; pero tú te limitarás a poner cara de extrañeza.
“¿Qué chulos desnudos?” Dirás, porque tú no verás nada y ellos tendrán las bocas llenas para apostillar. Es probable que llame a una ambulancia para que te ingresen; pero cuando llegue y vean su estado de ánimo lo más probable es que el que termine en una habitación acolchada en el frenopático más cercano sea él. Problema resuelto.
La huida
¿No ha funcionado? Nena, o eres más torpe que Ylenia en “Saber y Ganar” o él es más paciente que el endocrino de Falete. Sólo te queda huir.
La huida no debe ser repentina, porque teniendo en cuenta la obsesión que tu novio parece mostrar por ti, lo más probable es que te siga al fin del mundo, así que debes planificar la huida cuidadosamente.
Huye de forma paulatina, procurando que él no sé de cuenta. Vete vaciando tu armario poco a poco. Traslada tus cosas a cuentagotas a casa de tu madre. Poco a poco. No tengas prisa. Si él sospecha inventa una buena excusa. ¿La ropa? Me la está planchando mi madre. ¿tu ordenador? Averiado. ¿Tu máquina de diálisis? Pasando la ITV.
Cuando por fin llegue el día en que puedas meter tus pertenencia en una pequeña bolsa del Lidl, levántate del sofá y dile que vas a comprar tabaco. Él te dirá “¿pero si tú no fumas?”, tú no le respondas, sigue andando, sal de la casa y corre como si no hubiera un puto mañana.
Nena, que pedazo de coñazo de novio que tienes, no me extraña que quieras dejarlo y ahora fumes. Lo raro es que no hayas huido antes por la ventana, al fin y al cabo vives en un bajo gilipollas.