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Chrysallis Euskal Herria, nos queda todo por hacer

‘Chrysallis E.H.’ está formada por unas 60 familias y acaban de perder a Ekai. Desde la Revista Blue estamos completamente convencidos de que esta tragedIa se podía haber evitado, al igual que el sufrimiento y la crueldad social e institucional que a veces hace sentir a estxs niñxs como inferiores. En esta entrevista hablamos con Bea Sever, de Chrysallis E.H. tratando de indagar en las grietas que debemos subsanar con urgencia para que sucesos como el de Ondarroa no vuelvan a repetirse. Bea tambiéN nos cuenta que hay situaciones, QUE OCURREN ACTUALMENTE, en las que se discrimina a estxs niños. No estamos preparados, no aún, para que se nos llene la boca (cómo les ocurre a algunos) con la palabra tolerancia y normalidad. También nos hemos dado cuenta de la falta de sensibilidad y de la desinformación que algunos medios de comunicación de nuestro entorno practican. En esta conversación que hemos mantenido con Bea, os proponemos reflexionar para empezar a actuar contra esta injusticia.

BLUE.- Tras el caso de Ekai, es momento de reflexionar. ¿Qué estamos haciendo mal?

Bea Sever.- Yo creo que no es que lo estemos haciendo mal, sino que partimos de cero, es decir, partimos de una situación en que la transexualidad ha estado asociada a todo lo negativo de la sociedad y en ese sentido vamos avanzando en que se entienda como un ejemplo más de la diversidad humana, pero tal vez, vamos demasiado despacio y desgraciadamente llegamos tarde para algunas personas.

B.- En vuestra opinión, ¿Cómo se pueden evitar crisis o depresiones a esta edad y en estas circunstancias?

B.S.- En primer lugar, si esto estuviera normalizado en la sociedad una persona no tardaría 15 años en poder mostrarse como lo que es, con lo que esto supone de años de malestar interno por no saber comprenderse o por no atreverse a expresarlo. En segundo lugar, una vez que una persona comunica una demanda, en este caso de hormonación, para poder paliar ese malestar, si lo que hacemos es tenerle meses de psiquiatra en psicólogo, no como apoyo sino fiscalizando su situación, pues lo que hacemos es agrandar esa crisis. La forma de ayudar es escuchando a cada persona y atendiendo sus necesidades desde su demanda personal, que no siempre va a ser la misma y no puede regirse por un protocolo estricto y mucho menos tratarse como un trastorno mental.

B.- Son muchos los obstáculos con los que se encuentran estos niñxs y sus familias, ¿Cuál es, en vuestra opinión, el más duro para ellxs?

B.S.- Para quienes han realizado el tránsito a edades tempranas todo es más sencillo, tanto el trabajo en el centro escolar como la socialización y el acceso a los tratamientos hormonales una vez llegados a la pubertad, si es que los desearan. Para quienes lo hacen en la adolescencia las cosas no son tan sencillas porque ya de por sí es una época complicada y en ocasiones surgen rechazos en el entorno. Además a esta edad los tiempos son muy importantes, el retraso en un tratamiento de hormonación puede suponer una cirugía de mamas por ejemplo o en el caso de las chicas cambios irreversibles. Esto a algunas personas les puede causar un malestar enorme por cómo se viven y/o por la mirada del otro.

B.- ¿Cuánto tiempo supone regularizar burocráticamente un caso de un niñx trans?

B.S.- Como conceder el cambio de nombre está en manos de cada juzgado porque la ley es ambigua, en ocasiones los autos son favorables y en otras ocasiones se cierra la puerta y hay que recurrir y meterse en una batalla legal para lograrlo o no. En cuanto al cambio de la mención de sexo, ahí la ley es clara y no se concede hasta los 18 años, con informe psiquiátrico de trastorno y con dos años de hormonación, lo que nos parece claramente una vulneración de derechos, puesto que obliga a estas personas a medicarse lo deseen o no. En noviembre de 2017 se aprobó la reforma de esta ley para eliminar estos requisitos e incluir a los menores, pero está bloqueada y no parece que vaya a salir adelante.

B.- ¿Existe un protocolo en todos los colegios para gestionar estos casos?

B.S.- Existe un protocolo, pero los centros lo desconocen y son las familias las que tienen que estar encima. El Gobierno Vasco tiene el servicio Berdindu Eskolak que son quienes dan formación al profesorado y en el aula en los centros en los que hay algún caso de transexualidad. En ocasiones nos ocurre que un centro ni llama y hay que estar peleando para que lo haga y para que cumpla el protocolo: que llame a esa persona por su nombre sentido, que le permita ir a los baños que le correspondan, etc. Lo que supone un desgaste extra en las familias y en los propios menores.

B.- ¿Cómo se comportan o reaccionan los centros educativos cuando entre sus alumnxs hay niñxs transgénero?

B.S.- En general la actitud es buena. Demandan información porque hay un vacío en este sentido y no saben cómo actuar ni cómo trabajarlo en el aula, pero la actitud es buena. Los casos en los que hemos encontrado reticencias han sido, sobre todo, en secundaria y es algo que queremos que se aborde desde Educación, difundiendo el protocolo, dando formación, etc.

B.- ¿Hace falta una ley inmediatamente que agilice los trámites y facilite el proceso al que se someten estos niñxs para conseguir ser libremente, lo que en realidad ellxs son?

B.S.- La ley que tenemos es de 2012 y está muy desfasada. Además de ser patologizante se queda muy corta. El borrador de ley que presentamos en el Parlamento vasco se basa sobre todo en la ley aprobada el año pasado en Navarra y aborda el tema desde una perspectiva integral: Educación, Política Familiar, Sanidad, Deporte… Lo más importante es que despatologiza la transexualidad y también hace hincapié en la necesidad de formación de profesionales en todas las áreas.

B.- A nivel social, ¿existen circustancias en los que estxs niñxs puedan sentirse mal?

B.S.- En la asociación estamos unas 60 familias (alrededor de 500 en el estado) y a menudo compartimos malos ratos, por ejemplo, esta semana una madre contaba que a su hija le pusieron en la cola de los chicos en la revisión médica del centro escolar, y otra que a su hijo el psiquiatra en lugar de derivarle por fin a la endocrina le había dicho que si le generaba malestar ir a la playa que fuera al monte.
Pero también hay muchas anécdotas bonitas de gente que arropa, de niños y niñas que se quieren como son y de luchas superadas y eso es lo que nos da fuerzas para seguir.

B.- ¿Se han comportado los medios de comunciación del entorno adecuadamente en el caso de Ekai? ¿Es correcta la terminología que hemos utilizado? ¿Hemos sido morbosos?

B.S.- Ha habido algún medio que incluso se ha inventado cosas o ha cambiado nuestras palabras, pero en general ha habido un respeto por el dolor y nos ha servido de altavoz para nuestras reivindicaciones, que es algo que agradecemos mucho. Se nota que cada vez se conoce más el tema y se recurre menos a expresiones como “atrapado en un cuerpo equivocado” o “una niña que quiere ser un niño”. Además, cada vez que aparecemos en los medios recibimos un montón de llamadas de familias que tienen está situación en su casa y que gracias a la difusión pueden identificarlo y acompañar a sus hijos o hijas.

B.- Lleváis tiempo en contacto con las instituciones, ¿Qué pasos habéis conseguido dar hasta ahora?

B.S.- Antes de que Ekai se quitara la vida estuvimos en el Parlamento Vasco presentando el borrador de ley porque veíamos que este riesgo existía entre los adolescentes. La actitud de todos los partidos fue de apoyo y creemos que, aunque recortarán, vamos a poder celebrar una nueva ley que garantice los derechos de las personas transexuales. Pero esto llevará tiempo, de manera que desde el Departamento de Salud se han comprometido a realizar cambios inminentes para paliar la situación de los jóvenes que están ahora mismo acudiendo a Cruces.

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