Shakira Isabel Mebarak Ripoll, más conocida como Shakira, es una artista colombiana con ascendencia árabe y catalana.

Si el hombre consta de cabeza, tronco y extremidades, ella me consta que se compone de cabeza, ombligo y caderas.

Se nos presentó como una tía bruta, ciega, sordomuda, torpe, traste ¿? y testaruda, a lo que añadió, por si no estábamos suficientemente acojonadas, que era ojerosa, flaca, fea, desgreñada, torpe, tonta, lenta, necia, desquiciada y completamente descontrolada.

Ante tamaña profusión de virtudes yuxtapuestas no pudimos más que sentirnos identificadas. El éxito era inminente.

Aprovechándose de su don de lenguas, publicó un disco bilingüe, no confundir con bífido, que convirtió sus caderas en ubicuas y su cuenta corriente en algo fuera de lo común.

Este éxito la permitió colaborar con Alejandro Sanz, una tortura, y con reinonas del pop de calibre internacional, tortura y media.

Y ya en la cúspide llego el ‘waka waka’ que la propulsó hasta Piqué, de cuyo ‘piquetón’ se agarró y se hizo madre y se lo pasó de puta madre, por que hacer waka waka a semejante longaniza debe ser como para aullar como una “loba” amigas.

Ahí fue cuando comprendimos la letra de “ahí te dejo Madrid”. Y es que el tema era como para dejar Madrid, Colombia y hasta la música si nos ponemos, nenas.

Shakira Isabel Mebarak Ripoll, más conocida como Shakira, consta ahora de cabeza, ombligo, caderas y un piquetón que se alinea con la luna y cambia las mareas y hasta el clima, maricones.

Antes ella tenía una concepción umbilical del mundo, todo giraba alrededor de su ombligo, ahora ha cambiado el eje sobre el que gira su waka realidad. ¿Humildad? No, una polla como una olla, tías.