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Sexo al Vapor – Así es una sauna gay

En BLUE somos unos privilegiados. Poca gente ha tenido el privilegio de entrar en una sauna minutos antes de abrir sus puertas y pocos son también los que han podido departir con su dueño sobre lo que ocurre detrás de esas cuatro paredes. Es uno de los secretos mejor guardados para gran parte de la sociedad: para los gays que aún no se han atrevido a entrar, para las lesbianas y para todos los heterosexuales. Por petición popular, BLUE penetra en la Elemment para contarte lo que allí se cuece. ¿Te atreves a entrar con nosotros?

El Boom de las saunas, en el 77

Con Franco bajo tierra, Bilbao se empezó a liberar a finales de los 70 con la apertura de barios lugares donde disfrutar de las relaciones LGTB. Las saunas no fueron una excepción, y la villa vio nacer la primera en Atxuri. Se llamaba Paraíso, y sus discretos clientes acudían a ella después de la fiesta, algo que sigue ocurriendo 35 años después. Después vendrían otras en la calle Dos de Mayo (Esperma), que incluso sufrieron alguna que otra redada motivada por las llamadas de los vecinos. Javier estuvo al frente de la sauna Rodas, en la calle García Salazar, y la popular XQ28 en Zabalburu. Hace casi diez años, en noviembre de 2003, inauguró Elemment, situada en la calle Particular de Costa (en la subida de General Concha). Son 650 metros cuadrados de oportunidades, todos los días de la semana, a partir de las cuatro de la tarde. Los fines de semana, abre hasta que salga el sol. Dentro de un mes dejará de estar al pie del cañón, pero supervisará el negocio desde su retiro en el sur… ¡Eso, si no se le ocurre montar una nueva sauna allí!

Lleva 27 años en este negocio y dentro de un mes cuelga la chapa. Encontramos a Javier preparando su semi-retirada, supervisando las obras de lo que será su nuevo hogar (se muda al sur) y cuidando de la camada de Elvis y Paris. Los siete perros son los únicos habitantes de la sauna en ese momento. Quedan sólo tres horas para que, como cada día, abra sus puertas y se convierta en un lupanar. Para quien no lo sepa, una sauna es un lugar de encuentro para hombres, con varias habitaciones, cuartos oscuros, jacuzzis y zona de duchas. La discreción es la marca de la casa, ya que muchos de sus clientes son personas que aún no han salido del armario o que incluso están casados con una mujer. “Aquí la gente pierde el pudor, y todo el que entra viene a lo que viene, ya sean solteros o casados”, nos cuenta Javier.

Al  entrar, a cambio de 14 euros, Javier te entrega unas chanclas, una toalla y un paño. El dueño de Elemment asegura que muchos clientes no saben ni qué talla de pie gastan “porque están acostumbrados a que los zapatos se los compraran al principio sus madres y ahora sus mujeres”. El cliente hace uso de los amplísimos vestuarios (hay un reloj que indica qué hora es en el Vaticano) para ponerse cómodo y empieza la ronda. Lo más demandando es el vapor (en la actualidad funciona como un gigantesco cuarto oscuro). El jacuzzi también tiene su éxito, aunque allí “no se puede guarrear”. “Ando siempre echando broncas a la gente, porque el jacuzzi tiene su morbo y la gente se deja llevar”. Junto a la sala más “bondage”, los pasillos de Elemment incluyen 20 cabinas con su correspondiente cama para conocer mejor al maromo que te has encontrado en los pasillos. Y si te quieres relajar aún más, te puedes tomar un trago en el coqueto bar de la zona central.
El público que reciben es mayoritariamente mayor de 30 años, aunque también pisan la sauna los jóvenes que buscan hombres maduros. Estos últimos se dejan caer después de la juerga, a última hora, pero la clientela fija llena los pasillos de la sauna desde las cuatro de la tarde. “Ayer mismo tenía a doce personas esperando antes de que abriéramos”. También hay mucho cliente fiel, el que visita la sauna “27 días de cada mes”. Javier no intima mucho con ellos, la discreción es “absoluta”. “Intentas que no pase de un hola, un adiós y un hasta luego. Hay gente que luego te encuentras en la calle, pero a la que no saludas, porque van acompañados… Al día siguiente se lo explicas, cuando vuelven a la sauna”. Lo que allí ocurre cada día, se lo llevará a la tumba. “Tengo guardados muchísimos secretos, si me pusiera a contar la vida de todos… pero no, aquí guardamos discreción absoluta”.

En general, el público es limpio y tranquilo, aunque hay excepciones. “Si un fin de semana vienen seis jóvenes te encuentras que por aquí ha pasado el caballo de Atila”. Entre los maduros, Javier reconoce que también nos podremos encontrar “un poco de todo”. “Hay gente que en el espejo de casa se ha dicho a sí mismo ‘mira qué rabo más grande tengo’ y que no deja de pasearse enseñándolo y hay otros que vienen y están todo el día con el rabo duro. Yo no sé lo que se meten o se dejan de meter, pero a la gente le gusta que le miren”.
El jefe del local recuerda que en otros locales de sexo de Bilbao han llegado a encontrarse padres con hijos e incluso dos hermanos en plena batalla. “En nuestro caso, muchos clientes han entrado y se han ido al momento porque dentro estaba su novio o su exnovio. También vienen muchas parejas liberales a hacer tríos, pero luego siempre se marchan juntos. La peña tiene un trueno que pa qué”.

Sobre si han pasado personajes famosos por las duchas de la sauna, Javier es discreto. Recuerda que en su anterior negocio sí recibió la visita de varios políticos. “Por aquí han pasado muchos artistas, los que están de paso, sobre todo en fiestas. Se lo hacen los unos con los mismos… Pero da igual, la caja no entiende de famosos, quiere que metas dinero”.

Las puertas también están abiertas para los “heteroflexibles”, un término con el que Javier no parece estar muy de acuerdo. “Dicen que sólo vienen a tomar una copa, pero saben a lo que vienen. Dicen que quieren ver lo que se cuece, pero el que dice eso ya ha probado de ese cocido…”. El momento álgido para los heteroflexibles llega con la Aste Nagusia, unas fechas en las que la gente “se vuelve loca”. “Una vez que vienen, luego quieren recuperar todo el tiempo perdido”.

Más difícil, por no decir imposible, lo tienen las mujeres, que tienen la entrada prohibida. “Las chicas me piden que ponga algún día para ellas”, cuenta. Aún así, cree que una sauna para mujeres “no funcionaría” porque ellas “son más posesivas que los tíos”.

Limpieza y sexo seguro

El servicio de limpieza (la sauna se limpia todos los días, durante más de dos horas) se ha encontrado de todo en las instalaciones: “ligas, braguitas rojas, lencería femenina, consoladores, juguetes… ¡Incluso una dentadura! ¿Pero ese hombre no se daba cuenta de que le faltaba algo en la boca?”, recuerda entre risas.
Además de limpio, la sauna es un lugar en el que practica sexo seguro “todo aquel que quiera”. En la recepción te darán un condón y lubricante, así que no hay excusa para hacer el cabra.

El éxito de la recaudación depende también de la climatología. “Si hace bueno, la gente se va a Azkorri o a Artxanda a hacer cruising. Pero si llueve o hace frío trabajamos muchísimo”, asegura.

Sobre si se liga como jefe de una sauna, Javier es contundente: “Ligo menos que el chofer del Papa”. Reconoce, eso sí, que le gusta la gente “más joven” y que si le tira los tejos a algún cliente “igual salgo arañado”. A la clientela no le gusta que le toquen el producto, por lo que se ve.
Y, para terminar, una pregunta impepinable. ¿Cómo capea la sauna la crisis? “Se nota, no te voy a decir que no. Pero la gente sigue viniendo, aunque quizás en cinco horas no consuman ni un botellín de agua”. Una pequeña muestra de que el negocio chuta, el día anterior a la entrevista. “Ayer el vapor funcionó de muerte y para meterse al jacuzzi hacían cola. Aquello era Sodoma y Gomorra”.

3 Comments

  1. Fernando

    La sauna está muy bien, muy limpia, aunque no cumpla las funciones clásicas de «sauna».. la temperatura de la sauna seca es baja, y el vapor en la húmeda escaso, pero se supone que aquí no se viene a tomar «saunas»
    Lo peor de todo, el exceso de gente fumando por los pasillos, creo que se debería de controlar más el consumo de tabaco por parte de la empresa, que, muy amablemente, pone ceniceros por todas partes… mejor así, si no no se podría andar con tanta colilla.
    Otra pega es el no poder pagar con tarjeta, muy mal rollo eso de que el mínimo es de 16€, cuando el precio de la entrada es de 14, que ya está bien, así, se aseguran una consumición, me parece bastante rácano.

  2. Kris

    Me jode un montón cuando hombres gays sueltan estupideces como eso de que una sauna para mujeres no funcionaría porque las mujeres somos posesivas. Si muchas mujeres han pedido la sauna , o que al menos les des un día para ellas ¿POR QUÉ NO HACERLO, SI YA HAY CLIENTAS? Se asume que los únicos seres sexuales son los hombres, pero amigxs, dejemos ya atrás los roles de género y desaprendamos la mierda patriarcal que nos han ensañado a todxs.
    Las mujeres, las lesbianas, las bolleras, las bisexuales, las trans, las putas, hasra las heteros, FOLLAMOS Y LO DISFRUTAMOS.

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