A propósito de ellas
El siglo XX ha sido, sin duda, el período más productivo para el necesario protagonismo que la Mujer ha logrado. La lucha activa de todas aquellas luchadoras por los más básicos derechos, junto con los estudios y análisis de la sociedad realizados y difundidos por el Feminismo, han visibilizado no sólo la situación de desigualdad de la Mujer frente al papel que el Hombre desempeña desde el poder o la ignorancia, sino la falta de voluntad para afrontar y resolver esa situación por parte de la mayoría de los agentes involucrados en la perpetuación de dicha desventaja.
Desde la idealizada Revolución Sexual de los años 60 hasta el momento presente, la institucionalización del discurso feminista, lejos de anunciarse con imaginación y valentía, ha conseguido generar el ilusorio y por ello falaz, argumento que el patriarcado asume para beneficio propio.
Es innegable, sin embargo, la transformación de la sociedad adoptando medidas jurídicas o mostrando una especial sensibilidad hacia toda aquella desigualdad o violencia que padecemos las mujeres sólo por el hecho de serlo.
Pero no ha sido un regalo y tampoco resulta gratuito: es cierto que podemos aspirar a un desarrollo académico y profesional en ámbitos antes vetados, pero a costa de soportar el peso del hogar y los cuidados de personas dependientes; nos hemos apoderado de nuestro cuerpo, pero pagamos con la vida la toma de decisiones que emanan de nuestro elemental derecho a actuar con libertad.
El siglo XXI se presenta así, con un tremendo déficit difícilmente asumible por las personas más jóvenes cuyo conocimiento de la Historia es limitado o manipulado y su falta de capacidad crítica es el lógico resultado de una educación desidiosa, resignada y sin escrúpulos a la hora de omitir aquellas ideas que presume como desactualizadas o faltas de justificación. Pero el reto sigue ahí…
Y subyace en todas las sociedades aunque su representación sea diferente en función de la cultura o espacio geográfico en que nos situemos. Nacer Mujer, como disfrutar de una vida más o menos acomodada, es diferente en el Norte que en el Sur. Mientras algunos países adoptan políticas de Discriminación Positiva para favorecer el empoderamiento de la Mujer, hay otros donde se practica la ablación, se comercia con ellas desde la infancia o se las lapida… un largo etcétera de horrores. Todo ello con el beneplácito de representantes religiosos que, desde sus vergonzantes arengas, divulgan la impunidad en nombre del Dios correspondiente.
Propongo, pues, un segundo de silencio, el tiempo necesario para que en el mundo, miles de mujeres nos detengamos en recordar a todas las que murieron no sin antes asegurarse de que había valido la pena… el tiempo suficiente para soñar lo que ellas apenas pudieron ni pueden atreverse a pronunciar… el tiempo suficiente para garantizar, en su memoria, la continuidad de su lucha con toda nuestra fuerza, nuestras lágrimas, nuestra alegría…