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¿Te enamoras de la inteligencia ajena? Eres Sapiosexual

Cuatro siglos antes de que el contador se pusiera a cero (en el 380 antes de Cristo), Platón ya acarició el término con el que hoy se conoce a los sapiosexuales. Porque, aunque parezca mentira en estos tiempos de Grindr, el físico no lo es todo, y hay gente para la que no significa apenas nada. Gente que se enamora de cerebros y no de músculos o tamaños XXL. ¿Eres sapiosexual? Te ayudamos a descubrirlo.

Es un concepto que está de moda desde hace solo un par de años, pero los sapiosexuales han estado ahí desde el principio de los tiempos. Son personas que se enamoran de la inteligencia de las personas, y para las que el físico es poco o nada importante. Y cuando decimos que siempre han estado ahí, lo decimos con conocimiento de causa y ejemplos varios: alumnos/as que se enamoran de sus profesores/as, personas que buscan un nivel de intelecto similar al que han conocido en casa durante la infancia, o jóvenes que, sí o sí, se sienten atraídos/as únicamente por adultos entrados ya en periodo de madurez.

No sólo no son personas raras, sino que en el fondo, la sapiosexualdad es algo casi innato en una importante cantidad de personas. Los terapeutas insisten en que el hecho de ser sapiosexual no quiere decir que no se tenga en cuenta un parámetro tan importante como la personalidad o el físico de la persona que nos atrae gracias a su intelecto.

La estadística (que vaya usted a saber dónde han preguntado éstos…) dice que hay más mujeres sapiosexuales que hombres, y los entendidos en el asunto afirman que estas personas sienten una atracción impresionante por la llamada “inteligencia erótica”. En resumen, el estímulo se halla en conversaciones complejas entre dos personas, un juego sexual, en el que la penetración o los órganos genitales juegan un papel secundario. “El cerebro es el principal órgano sexual para estas personas”, afirman algunos psiquiatras cuyo nombre no recordamos.

Suelen ser personas a las que les mola lo nuevo, las experiencias desconocidas y los terrenos poco transitados. Se activan ante este tipo de nuevos estímulos, y se aburren con aquellas personas “normales” que no traen nada nuevo bajo el brazo.

No es todo tan idílico o romántico como parece, ya que enamorarse siempre de alguien por su inteligencia puede derivar en que nos sentamos por debajo de estas personas, con el consiguiente bajonazo en la autoestima. No hay que engancharse ni pensar que son seres “superiores” a nosotros. Aunque de alguna manera les admires, tú no eres NUNCA menos admirable que nadie.

Ya lo decían en la película “Martin Hache” que tantas alegrías nos dio en su día: “Hay que follarse a las mentes”, fue una de sus frases más comentadas del film. Y eso que la peli en cuestión es del año 97, así que podemos decir que iba adelantadísima a su tiempo. O nosotros atrasados, que también puede ser.

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