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Ghosting, la cruel manera de cortar con alguien en la era digital

Es muy probable que te haya pasado: conoces a alguien en persona o mediante una app de ligoteo, intercambias números de teléfono, hablas a diario con ella, la cosa parece que va bien y que puede surgir algo, y de repente… se esfuma como un ninja. Sin previo aviso, esa persona deja de contestar tus mensajes de texto y tus llamadas, incluso es posible que te bloquee. Simplemente desaparece de tu vida sin dar ningún tipo de explicación. Tal vez no conocías el término de lo que te ha pasado (tú tal vez lo llames “una putada bien gorda”) pero has sido víctima de lo que en inglés se llama ghosting, palabra que se traduciría como “hacerse el fantasma” y que ha ido ganando popularidad en los últimos tiempos.

Que una relación se termine de la noche a la mañana, cortando todo tipo de comunicación y no queriendo saber nada de la otra persona, no es nada nuevo (antes lo llamábamos “si te he visto no, no me acuerdo”), aunque según los expertos las nuevas tecnologías, y el no tener que dar la cara, han hecho que ahora sea una práctica más común. En algunos casos los que practican el ghosting tienen miedo al conflicto, evitando a toda costa los enfrentamientos, incluyendo el tener que decirle a alguien a la cara que se quiere poner fin a una relación.

Vivimos en una época en la que muchas relaciones de pareja empiezan a través de páginas de internet y de aplicaciones para móviles, por lo que no es raro que la manera de terminarlas también se realicen por la misma vía.

Los psicólogos advierten que el ghosting tiene consecuencias tanto para quien lo sufre como para quien lo practica: El primero ve su autoestima dañada y tiene que atravesar el periodo de duelo que conlleva el fin de una relación. Hasta aquí como ha pasado siempre que nos han roto el corazón, pero en el caso del ghosting, sin tener todas las respuestas (o ni siquiera una pista) sobre los motivos de la ruptura. El segundo, si se trata de una relación de tiempo, tendrá que hacer frente a los remordimientos y al sentimiento de culpa por haber dejado a alguien de esta manera tan ruin.

Según la profesora de sociología de Instituto Tecnológico de Massachusetts Sherry Turkler, esta práctica es más dañina en el caso de los adolescentes ya que “con las nuevas tecnologías nos hemos acostumbrado a deshacernos de la gente simplemente no respondiendo. Y eso empieza con los adolescentes, que crecen con la idea de que es posible que le envíen a alguien un mensaje de texto y que no reciban nada por respuesta. Eso tiene serias consecuencias, porque cuando nos tratan como si pudiéramos ser ignorados, empezamos a pensar que eso está bien y nos tratamos a nosotros mismos como personas que no han de tener sentimientos. Y al mismo tiempo tratamos a los demás como personas que no tienen sentimientos en este contexto, por lo que empieza a desaparecer la empatía”.

Pero esta manera de simplemente desaparecer sin ninguna clase de aviso está siendo llevada a otros aspectos sociales, siendo habitual que se dé en fiestas. A la hora de llegar, el saludo es divertido, conoces a gente que se encuentra en el lugar y haces nuevas amistades pero mientras las horas pasan y uno se va cansando, irremediablemente llega el momento que todos quieren evitar, la despedida, especialmente en países como el nuestro en los que la norma social hace que vayas de persona en persona dando dos besos. La solución para evitarlo es usar el ghosting para desaparecer, evitando así la tediosa tarea de despedirse durante horas de los demás. Esta práctica se suele compensar enviando mensajes a los amigos diciendo que se lo pasaron muy bien a pesar de haberse ido sin despedirse.

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